Sandra Melgarejo. Madrid
El público de la XVIII Reunión Anual de la Sociedad Española de Enfermería Neurológica (Sedene) ha premiado como mejor póster al trabajo ‘Tratamiento de las reacciones en el punto de la inyección con acetato de glatiramero’, de Delia Rubio, Clara Rodríguez, Virginia Marcos, Natalia Falcón, Héctor Edreira, Lidia Sevane y Pablo Francoli. Obtener el reconocimiento del público ha animado a este equipo a “seguir trabajando con ilusión por estos pacientes, que merecen que las técnicas de tratamiento sigan avanzando”.
Arriba, evolución de un paciente con
induraciones. Abajo, un caso de lipoatrofia.
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Como explica Delia Rubio, enfermera del Hospital de Cabueñes de Gijón, “el estudio surge de la necesidad de dar solución a los problemas de la piel de las personas con esclerosis múltiple que están en tratamiento con inmunomoduladores, en concreto con acetato de glatiramero”. Este fármaco se administra diariamente por vía subcutánea y, aunque presenta “un excelente perfil de seguridad”, sus efectos adversos más comunes son la induración (20-60 por ciento de los pacientes) y la lipoatrofia (50 por ciento de los pacientes) en el sitio de inyección.
Las 13 pacientes incluidas en el estudio fueron seleccionadas porque “tenían induraciones o lipoatrofias tan importantes que anulaban zonas de inyección en muslos, brazos o en la zona abdominal”, detalla Rubio. El objetivo era recuperar las zonas dañadas y para conseguirlo aplicaron la endermología, una técnica no quirúrgica que consiste en la realización de un masaje intenso y profundo del tejido graso subcutáneo, mediante la acción de un cabezal compuesto de dos rodillos motorizados y aspiración de la superficie de la piel. Este tratamiento estimula la superficie de la piel del paciente y, de forma simultánea, envía señales a las células activando la lipolisis y la formación de colágeno.
La enfermera reconoce que sabían que “un masaje así podía mejorar las lesiones”, pero no que “iba a resultar tan efectivo”. “La endermología elimina líquidos y restos de inyección en la zona, y activa los fibroblastos, las células jóvenes que mejoran la elasticidad y la tonicidad de la piel, lo que permite que pueda volver a ser utilizada como punto de inyección”, explica. Al mismo tiempo, descubrieron otros aspectos muy positivos: “al ser un masaje relajante y calmante, actúa contra el estrés y las pacientes mejoran psicológicamente; también es un ejercicio que hace que se encuentren más activas y con mejor movilidad”.
Los datos completos de ocho pacientes reflejan una clara mejoría en las induraciones, que han desaparecido o se han visto reducidas lo suficiente para permitir recuperar zonas de inyección, y una mejoría de la zona afectada por lipoatrofia, aunque no ha habido una recuperación total. Además, las pacientes refieren mejor tolerancia al fármaco y menor dolor durante la inyección tras la terapia, y el 70 por ciento se consideran “muy satisfechas” y el 30 por ciento restante, “satisfechas”.
Tras conocer los resultados, Rubio insiste en “la importancia de los cuidados previos para que los pacientes no lleguen a esta situación”. Algunas de estas precauciones son “rotar los puntos de pinchazo; poner la inyección a temperatura ambiente, lo bastante profunda y vertical, y masajear la zona una vez al día con cremas”, indica la enfermera.
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